martes, 1 de junio de 2010

La antropofagia en Oswald de Andrade y César Moro






Mi perspectiva busca sugerir un tipo de interpretación de
la obra del poeta peruano César Moro, a quien pudiéramos denominar un “antropófago
de la cultura”. Esta noción procede de un texto firmado
por Oswald de Andrade: “Manifiesto antropófago” (Schwartz,
1991), publicado por vez primera en 1928, que constituye una
declaración de principios del llamado Modernismo brasileño
que nada tiene que ver con el Modernismo del gran poeta
Rubén Darío, sino que es homologable al Vanguardismo hispanoamericano.
Como señala Haroldo de Campos:
"Es el pensamiento de la deglución crítica del legado cultural
universal, elaborado, no a partir de la perspectiva
sometida y reconciliada del “buen salvaje” (…) sino según
el punto de vista desengañado del “mal salvaje”, el
que se come al blanco, el antropófago (…). Todo pasado
que nos es “otro” merece ser negado. Vale decir, merece
ser comido, devorado. Con esta especificación elucidatoria:
el caníbal era un “polemista” (del gr. polemos: lucha,
combate), pero también era un “antologista”: sólo devoraba
a los enemigos que consideraba bravos, para sacarles
la proteína y la médula, para robustecer y renovar
sus fuerzas naturales" (Campos, 1983, p. 107).
Andrade subraya que la antropofagia une no solo a los escritores
brasileños, sino también a los latinoamericanos. El
antropófago jamás tuvo ni tiene una gramática fija, tampo33
co fue catequizado: “Sin nosotros Europa no tendría siquiera
su pobre declaración de los derechos del hombre” (Schwartz,
1991, p. 145). La ciencia, para los latinoamericanos, es producto
de la antropofagia: de manera “salvaje” nos nutrimos
de los aportes occidentales y entendemos aquí que la ciencia
constituye, a veces, una codificación rigurosa de aspectos que
el pensamiento mítico aborda desde una orilla distinta. Por
eso, no podemos entender la separación occidental, abrupta y
radical, entre el pensamiento científico y las creencias mágicas:
en América Latina, hay un hilo continuo que va desde la
contemplación de los cerros como dioses y llega a la ley de la
gravedad o a la teoría de la relatividad.
La manera como en Latinoamérica se asimila la cultura
europea es muy peculiar: “Antropofagia. Absorción del enemigo
sacro. Para transformarlo en tótem” (Schwartz, 1991, pp.
152-153). En la expresión “enemigo sacro” se observa de qué
manera los latinoamericanos revaloramos autores y libros vistos
negativamente en Europa (sumergida en ciertos prejuicios
morales o religiosos) y lo transformamos en un “ídolo”.
Por ejemplo, la alquimia que en el centro (Europa) es considerada
como una etapa precientífica, puede ser revalorada como
un fecundo antecedente de lo Real Maravilloso en Latinoamérica,
concepción sustentada por el notable escritor cubano
Alejo Carpentier. Pero, además, hay la posibilidad, en otros
contextos, de realizar una desacralización de ciertos aportes
de la cultura occidental: Vallejo desacraliza la figura de Albert
Samain al dialogar de igual a igual con este último mostrándole,
en Trilce LV, que en Latinoamérica se escribe una poesía
“salvaje” y áspera, por contraposición a la armonía musical de
la lírica simbolista francesa; Borges, en “Ulrica”, desmitifica
la figura del filósofo pesimista Arthur Schopenhauer, recuerda
una broma de esta y a partir de la figura de la ironía, asume
lúdicamente la filosofía europea; y Machado de Assis hace que
su narrador, en Las memorias de Bras Cubas, sea un muerto
que dirija su novela a los gusanos que devoraron su cuerpo,
así desacraliza la noción cristiana de muerte que plantea la
posibilidad de llegar al paraíso.
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César Moro coincide con Oswald de Andrade: la poesía “es
la guarida de las bestias feroces, el advenimiento de la era
antropófaga (…) la tierra substituye a la atmósfera, el fuego
es comestible (…). Conocimiento irracional de las cosas, los
objetos son comestibles” (Moro, 2002, p. 308). Es decir, los
entes que pueblan el universo son susceptibles de ser devorados
por el poeta surrealista y, en tal sentido, el saber ya no
tiene la lógica decimonónica y positivista, sino que es de índole
irracional.
Pienso que Moro es un antropófago de la cultura, pues ha
devorado los componentes de las distintas tradiciones culturales:
la occidental, la azteca, la andina, entre otras, para
producir una obra de gran originalidad y capacidad sugestiva.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

Campos, H. de (1983). "Da razão antropofágica: diálogo e diferença na cultura brasileira". Boletin Biliográfico Biblioteca Mario de Andrade, 44, pp. 107-127.
Moro, C. (2002). Prestigio del amor. Selección, traducción y prólogo de Ricardo Silva-Santisteba. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
Schwartz, J. (Ed.) (1991). Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos. Madrid: Cátedra.